Intenté tener las
fuerzas y las agallas necesarias para decir lo que mi corazón sentía, pero algo
me paralizaba por dentro. Me senté ante el laberinto de confusión junto con el
daño que me estaba haciendo a mí misma.
A veces nos hacemos los suecos para no soltar lo que nos oprime por dentro y no hacer daño, y parece que lo que los amigos y familia nos intentan ayudar con sus consejos no va con nosotros y giramos la vista hacia otro lado. Por eso me quedé como al principio sumida en mis pensamientos, días, semanas, e incluso meses. Y no avancé, es más me estanqué y desconecté con todo lo que tomaba por mi mundo (familia, amigos, estudios…).
¿Para qué salir de ese laberinto si acabaría haciendo daño?
Me volví de hierro, hojalata, me corte las alas y empecé a poner a los demás y a mí un caparazón indestructible el cual impedía que me conociesen.
Me preocupé tanto por lo ajeno que me olvidé de mí, me descuidé y las flores que crecían en mi jardín se convirtieron en ortigas y mala hierba. Se me olvidó que yo también existía.
A veces nos hacemos los suecos para no soltar lo que nos oprime por dentro y no hacer daño, y parece que lo que los amigos y familia nos intentan ayudar con sus consejos no va con nosotros y giramos la vista hacia otro lado. Por eso me quedé como al principio sumida en mis pensamientos, días, semanas, e incluso meses. Y no avancé, es más me estanqué y desconecté con todo lo que tomaba por mi mundo (familia, amigos, estudios…).
¿Para qué salir de ese laberinto si acabaría haciendo daño?
Me volví de hierro, hojalata, me corte las alas y empecé a poner a los demás y a mí un caparazón indestructible el cual impedía que me conociesen.
Me preocupé tanto por lo ajeno que me olvidé de mí, me descuidé y las flores que crecían en mi jardín se convirtieron en ortigas y mala hierba. Se me olvidó que yo también existía.
Hoy, es un día especial,
mi corazón vuelve a ser el de antes, tiene ganas de galopar por las praderas
del Gorbea, las faldas de los Alpes, los lagos de Covadonga y surcar los
rincones más inhóspitos de la faz de la tierra. En el jardín ha nacido una flor
esplendorosa donde todas las mariposas, abejas y mariquitas buscan refugio o un
simple juego. En el instante en el que me asomé y la ví, supe que debía
cambiar. Yo antes era como ese criadero de malas hierbas que todo destruía y
ennegrecía a mi paso, ahora puedo llegar a ser esa flor que da vida y color la
cual está empezando a hacer que todo renazca a su alrededor.
Va a ser un cambio repentino, no sé de donde estoy sacando las fuerzas para empezar a destruir ese caparazón, pero el laberinto que es lo que me oprimía ya no está. Mi cabeza está más alta que nunca junto con la fuerza de los latidos de mi corazón.
Empezaré a ser una persona nueva que nunca deja de lado sus objetivos, sus amigos, familia, sueños.
Va a ser un cambio repentino, no sé de donde estoy sacando las fuerzas para empezar a destruir ese caparazón, pero el laberinto que es lo que me oprimía ya no está. Mi cabeza está más alta que nunca junto con la fuerza de los latidos de mi corazón.
Empezaré a ser una persona nueva que nunca deja de lado sus objetivos, sus amigos, familia, sueños.
Soy dueña de mi vida. Decidida con mi nuevo
propósito, empezar mi metamorfosis.
Poco a poco con pie decidido, con confianza.
Poco a poco con pie decidido, con confianza.
Con este texto he
querido explicar de una manera exagerada y con un ejemplo claro el hecho de que
tenemos que seguir lo que nos dicte el corazón. Lo más seguro es que durante la
vida hagas daño pero también agradaras a muchas personas, como bien dice el
refrán: “no siempre llueve a gusto de todos”.
Se tiene que notar que en el lugar donde te encuentres estés tú, decidida a colaborar y dar tu opinión, sea buena, mala, graciosa o loca. Se tú. Créetelo.Confía en ti.
Se tiene que notar que en el lugar donde te encuentres estés tú, decidida a colaborar y dar tu opinión, sea buena, mala, graciosa o loca. Se tú. Créetelo.Confía en ti.
Carla